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Brenda Angiel: «Con esta obra vencí el prejuicio de la edad en la danza» | La bailarina y coreógrafa presenta Ringtone en Área Teatro



En Ringtone, última creación de la bailarina y coreógrafa Brenda Angiel, conviven la danza como lenguaje y la propia biografía. Pero hay que destacar que este último ítem interconecta dos aspectos de la vida de Angiel: la relación que establece con su hija, también bailarina y los límites que en los últimos años la enfermedad le fue poniendo a su carrera. Un hecho del que los espectadores no se darían por enterados si no se hubiese puesto en palabras, tal es la destreza que demuestra la bailarina en escena. Angiel baila sola y también lo hace con su hija, Sara Becker, además de otros jóvenes intérpretes que hacen de este Ringtone un espectáculo multigeneracional: Guillermo Pérez, Agustín Farfán, Celina Rodríguez, Agustín Salinas y Giselle Pezoa.

Pionera de la danza aérea a nivel mundial, Angiel describe la relación entre ella y su hija durante la preparación del espectáculo como “un amoldarse la una a la otra”. En la entrevista con este diario continúa: “Hubo mucho disfrute en el compartir tiempo con ella y una alegría que haya querido bailar conmigo a sus 21 años, cuando claramente, yo ya tengo otros tiempos”, afirma la creadora próxima a cumplir los 60.

Ringtone se desarrolla con sentido del humor hasta cuando el espectáculo introduce el tema de la enfermedad, exponiendo así un costado íntimo de la bailarina. Es que Angiel padece desde hace algunos años artrosis de cadera y hernia de disco, dolencias que la obligan a estar permanentemente medicada para tolerar el dolor que le produce el simple hecho de caminar. “Moverme y estar activa me ayuda, y esta obra fue una terapia obligada”, considera Angiel, quien desde hace tiempo fue relegando su rol de intérprete para dedicarse a la dirección.

Angiel cuenta que la decisión de volver a bailar derivó de la participación que ella tuvo en T para T, su anterior espectáculo, muy ligado a la experiencia de la pandemia. «Creo que ese impulso vital de la creación me sacó del estado de imposibilidad que me daba el dolor”, afirma la artista, quien en 2004 abrió Aérea Teatro (Bartolomé Mitre 4272, los sábados a las 20), sala donde se presenta Ringtone. El espacio nació para ensayar y dar clases, hasta que se transformó en el lugar donde Angiel programa obras de danza de su compañía y de otros grupos. A pesar de que incluye otras músicas, el leit motiv de este espectáculo es la melodía de Para Elisa, de Beethoven, en primer lugar en versión ringtone, -copiada del portero eléctrico de la casa de la propia Angiel-, y luego en diversas versiones libres instrumentales y hasta la que cantó por Sandro.

-¿Por qué en Ringtone no hay danza aérea?

-Porque después de 30 años con la danza aérea empecé a sentir que ya no quería más, que tenía ganas de buscar por otro lado. Atrapada entre sogas y arneses creo que le exprimí las posibilidades a ese lenguaje y que por eso dejó de interesarme. Me metí con las voces en off, con la palabra combinada con la danza…

-Y con el video, donde se te ve llegando a la sala y recorriéndola…

-Aérea Teatro es mi lugar de pertenencia y trabajo. Y me gustó poner su fachada dentro de la obra, mostrar escenas en los camarines y tomar otros espacios. Jugar con la entrada a mi lugar de ensayo y representación. Hice muchas obras multimedia pero con la danza como protagonista.

-¿Cuál el cambio en relación a las obras anteriores?

-Que la danza era abstracta, solamente visual. Y que esta vez hay un plano de danza y a la vez hay un video que refleja algo de lo cotidiano.

-¿Por qué quisiste hablar de danza en la obra?

-En Ringtone se habla de la danza, de los clichés que surgen en las clases y en las coreografías. Hablo de lo que quiero hacer y lo que no, y juego con eso, como si después de cada escena hay una revisión de los que hicimos. Es que hay un mundo muy rico detrás de la danza que el público no conoce.

-¿Qué significó para vos hablar del dolor y de la limitación en el movimiento?

-Los bailarines estamos acostumbrados a sentir dolores y a no mostrarlos, a que no se note, porque el movimiento está por delante del dolor. Pensamos que la danza es más fuerte y está más allá. Además de poner esto en palabra, con esta obra vencí el prejuicio de la edad que existe en la danza. Y me gustó subvertir algo que supone que es lo que hay que hacer.



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