
Cualquier alumno que haya completado la escuela secundaria en la Argentina sabe (o debería saber) que el presidente Juan Domingo Perón fue derrocado antes de finalizar su segundo mandato en 1955 mediante un golpe de Estado que los golpistas llamaron “Revolución Libertadora”. Lo que no está tan claro es qué pasó exactamente en esos días de septiembre que llevaron a la salida de Perón del poder y que redundarían en un largo exilio de 18 años. Días en los que hubo enfrentamientos y actos de resistencia por parte de civiles y militares leales al presidente constitucional en ciudades como Córdoba, Rosario y Bahía Blanca. E incluso bombardeos, como fue el caso de la ciudad de Ensenada, cerca de La Plata.
Es la historia de estos bombardeos en particular la que busca reconstruir el documental Ensenada’55, de Hugo Crexell, que se estrena este viernes 19 en el cine Gaumont. El primer impulso de Crexell a la hora de ponerse a investigar sobre estos acontecimientos fue personal: su padre, un aviador naval del que heredó nombre y apellido, fue convocado por Perón para ayudarlo a resistir el golpe iniciado por el general Lonardi. La orden: bombardear la Escuela Naval de Ensenada en la que ese mismo capitán de fragata había estudiado algunos años antes. El director, que hoy tiene 46 años, escuchó esta historia de boca de su padre. Un padre muy mayor, que tenía 64 años cuando él nació en 1979. Según este relato, Perón tomó a Crexell padre de las manos y le imploró: “Vos me tenés que salvar”.
“Esta película nace como una necesidad de reconstruir la historia familiar y cerrar un ciclo que comenzó con aquellas historias de sobremesa que él me contaba de chico; volverlas un documento real, cotejándolas con el archivo y con los testimonios que fuimos recolectando para conocer cuál fue la participación de mi papá dentro de esa historia más grande que fue la del golpe de Estado contra Perón”, contó a Página/12 el director. “Y en un sentido más amplio, por supuesto, también rescatar aquello que se quiso borrar de la historia, darle una voz a aquellos testimonios silenciados por el relato oficial y derribar el mito de que se trató de un golpe incruento (…) Hubo varios días de combate y esos combates hasta podrían haber sido favorables al gobierno democrático del general Perón si no hubiera habido actos salvajes de la Marina liderada por el almirante Rojas que, entre otras cosas, apuntó sus cañones a modo de amenaza contra la destilería de YPF en Ensenada”, recordó.
Según el relato del hijo, derrocado Perón, Crexell padre fue detenido y pasado a disponibilidad hasta diciembre de 1955. Un año después, enfrentó un tribunal de honor donde se decidió su pase a retiro. Recién con el retorno de Perón al país en 1973, fue amnistiado y ascendido a capitán de navío. Sin embargo, nunca más volvió a pilotar un avión, ni militar ni privado. La última vez que estuvo al mando de uno fue aquel septiembre de 1955.
La película nace, entonces, de las preguntas de un hijo que perdió a su padre cuando tenía 24 años. Un padre militar, algo distante, formal y estricto, mucho mayor a los de sus compañeritos de colegio, y al que le gustaba contar que había participado de una gesta heroica que lo enorgullecía y por la que había pagado un costo alto. Pero Ensenada’55 va más allá y termina de tomar forma cuando aparece en escena otro hijo: Rodolfo «Flaco» Ortiz, hijo de Rodolfo «Cholo» Ortiz, un empleado ferroviario que se resistió a la orden de evacuar Ensenada para ayudar a la resistencia peronista y que murió durante los bombardeos del barrio Campamento de la ciudad. El Flaco no tiene recuerdos de su padre: tenía apenas un año y medio cuando se produjo el ataque. Pero por los relatos familiares, sabe que éste logró ponerlo a resguardo junto a su hermana debajo de una mesa de madera, evitando que murieran junto a él cuando la casa en que vivían se vino abajo por las bombas. Hace unos 20 años, sintió la necesidad de investigar acerca de esos bombardeos que lo habían dejado huérfano de padre.
“El único civil muerto en Ensenada del que se tiene registro por la partida de defunción es el papá del Flaco Ortiz, pero también hubo bajas militares, como los conscriptos Vitali y Di Paolo, que participaron de la resistencia del regimiento 7 de Infantería contra los efectivos de la Infantería de Marina que cruzaban el río Santiago”, explicó Crexell. “También hubo otros fallecidos a lo largo del país, porque si bien el tema de la película es Ensenada, no fue el epicentro de los combates. En Córdoba hubo combates aún más violentos, cuerpo a cuerpo, en las calles de la capital, y ahí hubo bastantes más bajas. También hubo bajas en Bahía Blanca, en Tandil y en el Río de la Plata, porque mi padre también fue convocado para bombardear los barcos que estaban bloqueando el Río de la Plata, el Cervantes y La Rioja. Ahí hubo bajas de marinos que estaban a bordo de esos barcos. Se dice que la cifra es mayor a 160 muertos en todo el país. En algunos casos hay partidas de defunción y en otros no”, indicó.
La película se basa en material de archivo, y varias entrevistas con personas que investigaron estos sucesos o que supieron de ellos a través de familiares (entre ellos, la madre del director y viuda del piloto), así como algunas animaciones a partir de fotos históricas cuando no había archivo fílmico. Sin embargo, uno de los aspectos más valiosos de Ensenada’55 es ese contrapunto entre el hijo de uno de los pilotos que bombardearon Ensenada y el hijo de una víctima de esos bombardeos. Juntos, van desandando los hechos que le dieron forma al golpe de 1955, intercambiando informaciones, cotejando fuentes y recorriendo escenarios como una dupla amistosa de detectives. Y eso a pesar de que hay una pregunta incómoda instalada entre ellos que recorre toda la película.
“La primera vez que nos vimos con el Flaco fue bastante tensa. Lo primero que me preguntó cuando le conté que mi papá era aviador naval y había participado en el bombardeo fue: ‘¿habrá sido tu padre el que tiró la bomba que destruyó mi casa y que mató a mi papá?’. Pero luego le conté que mi padre había sido leal al gobierno de Perón y que además había sido peronista de la primera época, y ahí cambió su tesitura. Nos dimos cuenta de que nuestras búsquedas eran similares, aún con procedencias y edades diferentes, y que lo que habían hecho nuestros padres no se trasladaba necesariamente a nosotros”, contó Crexell. “A 70 años del golpe, me parece que está bien volver a conversar acerca de quién fue Perón, qué pasó durante esos años, por qué ese supuesto golpe incruento se ocultó, y qué vino después. Ahí está un poco la clave: la película como un acto de memoria y una llave para pensar no solo el ‘55 sino la Argentina actual”.
