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El amor de su vida era la pelota


El histórico capitán del Lanús que ascendió a la máxima categoría a principio de los 90′ de la mano de «Miguelucho», tal como lo llamaba, rememoró momentos entrañables de unos de los referentes de los últimos tiempos en el fútbol argentino, y sentenció algo que replicaron muchos de los que se cruzaron en su camino: «El fútbol era las 24 horas del día para él».

Pieza clave del mediocampo de aquel plantel que atravesó el umbral hacia la elite desde la Primera B Nacional, en un ciclo que tuvo a Russo como DT durante cinco años, se mostró apenado por su muerte pero optó por poner el foco en toda la vida que pregonó ligado a la pelota número 5. De hecho, tiene presente lo que sucedió hace pocos meses, en pleno Museo Granate, al homenajear a todo el equipo a 33 años de la hazaña. Allí se dio cita el propio conductor y quien fuera su capitán, junto a otros hombres históricos. «Fue en una semana enquilombada, porque se estaba yendo de San Lorenzo y justo empezaba en Boca, pero a él lo llamaban en Lanús y estaba listo», comentó en diálogo con El Diario Sur. Y recalcó el por qué: «Para él fue el gran lanzamiento como técnico y tenía un cariño especial. Fue un antes y después en la institución».

La referencia es a lo que ocurrió entre 1989 y 1992, temporadas convulsionadas, porque Lanús venía de perder una chance inmejorable para ascender y la apuesta era por Russo, un treintañero que todavía estaba haciendo el curso de entrenador y tomó la batuta del plantel. «Cuando él empezó como DT yo era el capitán. Vino un día y éramos 8 jugadores nomás porque habíamos perdido un ascenso el año anterior con Chaco For Ever. Pero vino Miguel, armó el equipo y clasificamos en el Octogonal y ganamos la final en la cancha de Quilmes», puntualizó sobre aquellos días gloriosos. Sin embargo, a la campaña siguiente tocó descender y hubo que rearmar todo. Y Russo se quedó. Y cumplió el objetivo de volver rápidamente, esta vez con el título de campeón.

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«Hay un antes y un después porque los dirigentes lo escucharon y él le dio categoría y nivel a todo lo que es el club. Fue clave haberlo bancado cuando descendió y en la segunda campaña se estaba mejor, vinieron jugadores de Primera y ascendimos», consideró. Esa fue la última vez que el Grana jugó en la B, y el precursor para no retornar más y emprender un viaje hoy exitoso que le posibilitó ganar títulos locales e internacionales fue Russo.

Con el fútbol en todos lados

Para Rolando el vínculo no quedó solamente en Lanús. «Tuvimos una muy buena relación», sentenció. Y lo mostró con dos anécdotas estelares. Hace unos años, cuando Russo estaba en Rosario Central, lo llamó para que recale en un club lindero, Tiro Federal, que entrenaba en el mismo predio en Arroyo Seco. Rolando no lo dudó, fue, y tomó la batuta de ese equipo que militaba en el Federal A. «Me dijo que quería que vaya a dirigir allá. Me dijo que vaya a su casa y fui. Nos juntamos con él, lo citó al presidente del club y arreglamos. Increíble», afirmó. Y sumó: «Nos veíamos casi todos los días, teníamos una relación muy buena. Yo le decía ‘¿cómo andas, Miguelucho? y él respondía ¿cómo andás Rolando?, al toque contestaba. Siempre fue un señor conmigo».

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El otro instante que los cruzó el fútbol fue más reciente. Fue el año pasado cuando Rolando era ayudante técnico de Mario Gómez en Talleres de Remedios de Escalada y Miguel Angel estaba en San Lorenzo. Aquel club, a punto de jugar el repechaje para evitar el descenso a la Primera B Metropolitana. El otro, de disputar un duelo clave en la Copa Libertadores. ¿Qué pasó? «Yo le escribí porque tenía 15 días sin jugar el equipo de cara a ese duelo. Le pedí si podíamos hacer un amistoso y rápido me contestó y me dijo ‘venite mañana’. ¡Al otro día que jugaron la Copa¡ Y llevé todo Talleres. Me esperó a las 7.30 de la mañana, me abrió la cancha, puso los titulares que habían jugado la copa, e hicimos dos partidos. Mario no entendía nada», detalló. Y completó así, porque el Albirrojo jugó contra Rafaela y ganó el compromiso para mantenerse en la divisional. «Zafamos del descenso y me escribe: ‘te di suerte, eh'».

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Así prefirió recordarlo Bertolini, como todo el mundo del fútbol. A pura anécdota de una trayectoria estelar, que queda en el recuerdo: «El fútbol fue vida. No lo veía a Miguel sin fútbol».





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