
Los rugbiers y el terrorista asesino de extrema derecha
La realidad es más compleja que los papeles que la explican. El asesinato de Fernando Báez Sosa fue de una brutalidad desmesurada. Lo sabemos. El informe forense reveló, “múltiples traumatismos de cráneo, pulmones congestivos, hemotórax, laceración de hígado, múltiples escoriaciones y equimosis en región maxilar y traumatismo del lado derecho de la mandíbula”. Fernando fue víctima de una violencia salvaje, desnuda, obscena. Ese odio irracional que idolatra la violencia y sus placeres coercitivos, y que se manifiesta en la necesidad de satisfacer un estímulo obsesivo de placer. Fernando necesitaba justicia. También lo sabemos. Es tiempo de preguntarse qué clase de justicia. Una vez detenidos, encarcelados, juzgados y sentenciados los condenados, ¿dónde acaba nuestra comprensión por el ot...